Una pandemia inesperada se metió en nuestras vidas en el año 2019, la manera de enseñar y de aprender tuvo que cambiar, sin haberlo pensado, reflexionado, preparado, discutido, estudiado, como nos gusta a los maestros, tener todo lo mejor dispuesto posible, escribir y planear cada paso.

No hubo otra opción que la virtualidad, donde se hacía más visible las enormes brechas sociales, algunos con un computador, conexión a internet, otros con un celular que les permite vía WhatsApp enviar evidencias, algunos con absolutamente nada, pero todos con miedo, alejados abruptamente de sus compañeros, amigos, maestros, y con un enemigo microscópico que no solo les ha quitado las aulas, sino también padres, abuelos, vecinos amigos…

Trabajar en ambos contextos por un lado con niños y jóvenes estratos económicos 4, 5 6, que lo tienen materialmente todo, pero la soledad los abruma en muchas oportunidades, y por otro lado en una fundación con un proyecto de educación no formal con aquellos que no tienen poco, muchos que han venido de nuestro país hermano Venezuela, que viven en un barrio estrato 1, 2, que viven del día a día, del rebusque y que en tiempos de pandemia no se encuentran opciones.

Sin lugar a dudas ha sido la oportunidad perfecta para vivir el compromiso y la vocación de ser maestros. Innumerables las historias de maestros que de manera creativa han hecho lo posible por seguir acompañando sus estudiantes y lograr a través de estrategias estar de alguna manera con ellos: Viajes en bicicleta, entregas de guías, visitas individuales, recursos digitales, sólo por nombrar algunas, acá traigo la historia de aquella maestra a la una mamá se quejó por no poder acompañar a sus hijos en las tareas y como respuesta con toda la  dedicación le ha enseñado a leer y escribir usando vídeo llamadas que podía tener gracias a las donaciones que la maestra hacía de datos para poder conectarse.

Y no es precisamente lo primordial hablar de lo que al estado le ha hecho falta, ni de hacer parecer que son los maestros los responsables  que los procesos puedan continuar, mucho menos de romantizar esos actos heroicos de los maestros por la fallas, desigualdades, inequidad en un país en el que para algunos tener una conexión es renunciar al alimento del día, se trata de exaltar que al maestro vive su vocación en medio de la dura realidad y se convierte en  un bálsamo y en la afirmación con el testimonio que es la educación la única posibilidad definitiva de mejorar las condiciones de vida de aquellos que más lo necesitan.

Entonces mi reflexión para terminar es que no tengo un trabajo tengo una vocación, para acompañar, escuchar, acoger el dolor, ser ejemplo, ser esperanza. Es por eso que aprender a usar muchas herramientas digitales, recursos TIC y capacitarme para enseñar de otra manera, es crecer y responde a la necesidad que hoy tienen mis estudiantes, pero también sus familias, que lidian con la frustración de no saber acompañar a sus hijos, por no tener el nivel académico necesario para hacerlo, hace parte de vivir el sentido de la profesión docente acompañar, y precisamente se acompaña la vida, el más hermoso milagro que Dios nos dio y que cuidamos en cada niño y joven cuando les enseñamos a ser fuertes, a organizar su tiempo, a adquirir rutinas de estudio y sobre todo cuando les reflejamos el amor de Dios en sus vidas que sigue creando belleza y aconteciendo en cada día.

Es el momento de cuidar de la humanidad que hay en nuestros niños y jóvenes, que atender asuntos académicos es fundamental, pero que ver al ser humano es esencial, y un verdadero maestro inspira con su vida y se entrega por amor y convicción a su vocación, especialmente de aquellos que más lo necesitan.

Escrito por: Nora Eugenia Vásquez Arroyave.  (Pruebas Saber)

Tomado de: https://finef.com.co/pruebas-de-ciencias-naturales/https://finef.com.co/la-educacion-centrada-en-los-estilos-de-aprendizaje/

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